22 de marzo de 2005

HISTORIA DE UN VICIO

Cuenta la historia que yo tenia cierto vicio casi enfermizo con mi dedo índice cuando era chiquita... no podía dejar de chuparlo.

Cuenta la historia que mi madre estaba muy preocupada al respecto ya que el Dr. Borocotó no dejaba de repetir incansablemente que dicha práctica deformaba la boca del pequeño infante...

Cuenta la historia que mi padre intentó todo para quitarle el vicio a su pequeña hijita y retó, puso en penitencia, llamó la atención y hasta ató medias a la pequeña manecito para evitar que el dedito sea chupado...

Pero la pequeña yo siempre encontró la forma de meterse el dedito en la boca...

Cuenta la historia que cierto día un cruel pediatra recomendó pintar el dedito insidioso con un lápiz amargo que venia, el cual era la mágica solución al terrible vicio de connotaciones casi sexuales que la nena tenia... el gusto de dicho lápiz era repugnante, y su olor era imposible según cuenta el papá del mounstrito quien probo personalmente el producto antes de intoxicar a la hija... todo sea para preservarla.

Cuenta la historia que el dedito fue correctamente pintado, desde la raíz a la punta, y luego fue inspeccionado minuciosamente por esos curiosos ojitos y por esa entrometida naricita que ya tenía yo en esa época... y acto seguido el dedo fue llevado de lleno a la boca, como era de costumbre...

Cuenta la historia que los padres esperaban ansiosos el llanto de la pequeña yo al probar el asqueroso producto...

Cuenta la historia que yo saboree largo rato el dedido, luego lo saque de la boca y al pedido de "mash" (dicho así con mi tierna vocecita de tres años) le rompí las ilusiones a mis padres y les cree un trauma de por vida.

"Ya de chiquita tenias gustos raros" es la frase con la que termina la historia.

Fin