Y el oficial preguntó:
- Cual es su gracia?
Yo lo miré desconcertada y contestándole con mi mejor sinceridad le dije:
- No tengo ninguna.
Entonces me miró serio pero al instante cambió la expresión, comprendiendo mi desconcierto y repitió, aclarando:
- Cual es su NOMBRE?
Y yo, ruborizándome hasta las orejas, le respondí timidamente:
- Verónica....