27 de julio de 2004

HISTORIA

Gris. Ese era el color de su vida.
Hacía tanto tiempo que estaba envuelta en la mas espesa y eterna bruma que sus ojos se habían acostumbrado ya a esa escasa visibilidad.
Todos sus días eran iguales, sin sobresaltos.
No había que pensar en que ponerse ni en como combinarlo: Siempre el mismo impermeable gris, ese viejo y pesado impermeable gris, que la ponía a tono con el día, con su vida, consigo misma...

Pero un día algo cambió.

Entre la niebla, algo distante, distinguió una luz que venía hacia ella, una luz que, aunque muy suave, la alumbraba directamente... en principio sintió curiosidad e hizo unos pasos hacia esa luz, que se hizo mas intensa... luego sintió temor, y ese temor la paralizó... se quedó allí, quieta... pero la luz se acercó a ella, tan solo un poco, casi nada, pero la asustó... y sintió pavor, el miedo recorrió su cuerpo y la duda se instaló en su alma... corrió en sentido contrario para protegerse de esa luz que la perseguía, que la acosaba... y se quedo allí, en un rincón, esperando a que la luz se marchara... pero esta, al contrario, llegó para instalarse... alumbro con sus rayos todo aquello que encontró en su camino y aun mas... recorrió todos los rincones iluminando, dando calor, ofreciendo vida.

Los colores poco a poco aparecieron, las plantas brotaron, los pájaros cantaron... pero ella, agazapada, nada de esto podía ver, porque, aterrada, seguía escondida de sus propios demonios en el último rincón oscuro que quedaba, deseando volver a su gris pasar... pero la luz seguía avanzando, cubriéndolo todo y ella supo que en cualquier momento la encontraría... entonces se puso lentes oscuros, para evitar que la luz la enceguezca, se puso un sombrero para evitar que dañara su cabeza y cubrió su cuerpo, creyendo que así cubriría su alma y evitaría que la luz llegue a ella, y la toque, y la envuelva... y salió por ese mundo nuevo, tan colorido, tan cálido y festivo... y dio unos cuantos pasos todavía sin poder ver nada, pero poco a poco sus ojos fueron reconociendo todo lo bello que en eso había, su cuerpo fue templándose, dejando de lado el frío, una ráfaga voló su sombrero y así la luz dio de lleno sobre ella... quitó sus lentes, descubrió sus brazos y al fin pudo comprender cuanto de bueno había en todo eso... entonces pensó que tal vez no sería tan malo dejarse iluminar esta vez, olvidando estrellas fugaces, antorchas  y luces fluorescentes que en el pasado había confundido con el sol...

Si, tal vez ya era tiempo de florecer.