Hoy va un post alegre...
Resulta que recordando con mi hermanita nuestros días de escuela (nos agarro el viejazo) vimos ciertos paralelismos que se lo atribuimos a cierto gen hereditario: el gen Marley*.
El primer día de clases en mi primer año de secundaria, en una escuela nueva en donde no conocía a nadie, me toca el aula en el primer piso, al lado de las escaleras. Bue, transcurrió todo el día en parámetros subnormales, hasta el momento de la formación.
Como éramos primer año (1° Nacional A) nos tuvieron hasta ultimo momento en clase y bajamos a formar cuando ya estaba todo el colegio formado, esperándonos a nosotros, los giles de primero.
Yo baje casi ultima, fiel a mi estilo, y no tuve en cuenta que las escaleras tenían baldosones de esos de granito (lisitos, bien lisitos), que había una humedad espantosa y mis zapatos Kickers eran lisos abajo, así que los últimos tres escalones los baje de rodillas, después de tropezarme con el apuro, y caí ahí, al patio de cemento, de rodillas, con toda la escuela mirándome.
El papelón. Obvio hubo risas varias, y yo ahí, de rodillas, esperando que el suelo se abra y me trague.
Como no tuve esa suerte, me paré lo mas pronto que pude, y me encamine a la fila de mi curso. Como era pequeña (no crecí mucho mas igual) me tocaba estar adelante, así que ahí me pare, estoicamente, con mis rodillas sangrando por el raspón.
A mi dulce hermana le pasó lo mismo pero peor.
A ella le toco el aula de arriba, como a todos, y al bajar al primer recreo también cayó al patio de cemento, pero de costado.
- "Zafó de las rodillas sangrantes" pensé yo al verla aparecer por el hueco de la escalera, cual mariposa sin alas, ya que mi curso estaba justo debajo del de ella, al lado de la escalera, pero en planta baja, y la ví desde la puerta de mi curso.
Pero no. No zafó del papelón. Si bien pocos la vieron caer por las escaleras, le pasó algo peor.
Ese día tenía computación, así que al entrar al aula correspondiente, y elegir su máquina, el gen Marley entró en acción y la hizo elegir la que no debía.
Las sillas de la escuela eran esas de formica amarillas, con armazón de fierro y tapa y respaldo de formica. Bue, la de ella parecia intacta, pero resultaba que la formica se habia partido por debajo, estando por arriba impecable, y cuando ella se sentó se termino de quebrar, atrapando a mi hermana en el hueco de fierro.
Si señores, ahí quedo ella, pobrecita, incrustada en la silla sin asiento. Tan incrustada quedo, que hubo que cortar el fierro para sacarla.
Y todo el colegio se entero, obviamente.
- No hay dudas, Pili, es genético, tenemos el gen Marley...
Y no es a la única prueba que me remito, pero si la que voy a contar hoy....
* Para los que no son de acá, Marley es cierto conductor de televisión absolutamente torpe, que cae en los lugares impensados, se tropieza con sus propios pies y se rie de cualquier pavada sin parar.