Cada vez que leo un libro, me he dado cuenta que me vuelvo mucho mas retraída y solitaria, como si el libro por si solo fuese capaz de llevarme lejos de este lugar y dejarme vagando entre mis pensamientos, pensamientos que fomenta y crea ese mismo libro.
Me torno pensativa, reflexiva, y me zambullo en mis propios recuerdos, en mis experiencias, y en las cosas que creo tener claras y las que no aun hasta ese momento, tratando de buscarle la vuelta a eso, a eso que el libro me esta causando, esa sensación de que hay algo mas ahí que no llego a percibir.
Agudizo mis sentidos, miro la gente con mas detenimiento tratando de encontrar algún indicio a la respuesta que estoy buscando, pero, estoy buscando una respuesta?
O solo el camino para volver a esta realidad de la que el libro me ha sacado?
Y si me ha sacado... porque lo ha hecho?
O fui yo la que se fue, solita, plenamente consciente de esta huida?
Cada libro que leo me abre la cabeza, me remueve lo que hay en ella y la cierra, para hacer el inventario.
Cuando esa sensación pasa, siempre queda algo nuevo, ahí, expectante y curioso de su nueva condición de formar parte de mí.
Algo que espera ser útil en alguna situación futura, o bien pasada, ser respuesta a algo que alguien, libro, experiencia o persona, dejó ahí.
Cada libro que leo me revoluciona.
Y si esta revolución existe, si me replanteo tantas cosas, si me predispone para ciertas situaciones de manera diferente, significa que todavía hay mas por hacer en mí, que hay tanto que reacomodar para hacer lugar a cosas nuevas que están por venir.
Esa revolución significa que aun tengo mucho que aprender. Y eso mismo es lo que me motiva a abrir el siguiente libro, y volver a encerrarme, a evadirme, acomodar, desacomodar, plantear y replantearme todo, equivocarme, corregirme y reinventarme.
Permiso, voy a abrir el siguiente libro.